Alejandro Narváez Ibarra.
Cuenca del Papaloapan
A diferencia del año anterior, cuando la canícula golpeó con temperaturas cercanas a los 50 grados, dejando maleza calcinada, cultivos perdidos y jornaleros trabajando de madrugada para evitar el sol extremo especialmente en municipios como Tierra Blanca, este 2025 el fenómeno ha sido más benigno. Las lluvias, los cielos parcialmente nublados y el descenso en la intensidad del calor han evitado los estragos que antes dejaron consecuencias graves en la salud y el agro.
El año pasado, la cuenca del Papaloapan vivió una de sus peores crisis: los cultivos de plátano macho fueron reemplazados por gramíneas más resistentes y se registraron decesos por golpes de calor, afectando a diversas comunidades rurales. En cambio, este año las tardes son más frescas y, hasta el momento, no se ha reportado ninguna muerte relacionada con el calor, lo que representa un alivio para productores y familias de la región.
Aunque algunas zonas bajas han sufrido leves inundaciones por las lluvias, el resultado general ha sido positivo. El campo ha reverdecido y la cuenca del Papaloapan luce nuevamente ese tono verde profundo que da vida, alimento y esperanza a su gente. Esta temporada menos severa permite al territorio recuperar su vitalidad y mirar con optimismo el futuro agrícola y climático.
